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A veces, es importante revisar el origen del hecho para entender su significado. El salario mínimo ha sido objeto de discusión desde hace décadas a nivel mundial, Nueva Zelanda fue el primer país que instauró un salario mínimo en 1894, y posterior a ellos Australia en 1896, y el Reino Unido en 1909 siguió sus pasos.

En el continente americano, a principios del siglo XX, se practicó la explotación laboral de forma degradante, existían los llamados “sweatshops” (talleres de miseria) y eso suscitó una opinión negativa generalizada que afectaba la calidad y estilo de vida de los trabajadores. Las condiciones de trabajo de las mujeres y los niños prácticamente eran de esclavitud y trabajo forzoso, a raíz de esta situación surge la idea de establecer un salario mínimo, la cual fue apoyada por la Asociación Estadounidense para la Legislación Laboral como por la Liga Nacional de Consumidores, asociación femenina cuya junta directiva respaldó la idea de instaurar un salario mínimo legal para las mujeres en 1909. La diatriba duro años con propuestas, aprobaciones e impugnaciones desde 1909 hasta que fue convalidada constitucionalmente en 1941. En Venezuela no ocurrió este hecho hasta el 4 de junio de 1974, durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, cuando se publica en la Gaceta Oficial Nro. 30415 el Decreto Ley Nro. 122, donde es fijado por primera vez en la historia de Venezuela, el salario mínimo nacional.

La cual indicó en el Art. 1°: «se fija el salario mínimo nacional en 15 bolívares por jornada diaria de trabajo». Son 450 bolívares mensuales, a la tasa de cambio de ese año de Bs. 4,30 por dólar, lo cual nos da unos 104,65 dólares como el primer salario mínimo en Venezuela.

Ahora, años después, es indignante la situación salarial del país, ya que actualmente el salario mínimo, luego de 28 aumentos salariales de forma unilateral por parte de Maduro desde el 2013, se ubica en Bs 1.800.000, (0.96% $), con una hiperinflación que se dispara exponencialmente en ceros, de  3.713 %, pero mucho más acentuada en el estómago de la gente.

Las cifras, estadísticas y números no mienten, la realidad que se palpa en nuestro alrededor es similar a la que se transitó en los talleres de miseria que vivieron los trabajadores estadounidenses a principios del siglo XX. En este sentido, los aires de cambio son inevitables, el país con más riquezas en el mundo no puede seguir siendo gobernado por depredadores políticos, necesitamos ir urgente hacia un modelo que garantice una vida digna a los venezolanos y haga de Venezuela una tierra de gracia, donde la meritocracia, la libertad, la propiedad privada, el trabajo decente y la educación de calidad sea lo primordial para la población.

Comisionado Laboral de Vente Venezuela en el estado Bolívar