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Bien sabemos que como ciudadanos de una nación gozamos de derechos y privilegios, así como también estamos sujetos a obligaciones en términos de lo que una República espera de las personas sometidas a su jurisdicción.

En ese sentido, un determinado grupo de personas puede definirse a través de diversos elementos, por ejemplo, a través de un código moral compartido o de un sentido de identidad. Desde el contexto geográfico, el término “comunidad” generalmente se define en dos niveles principales, diferenciando entre la comunidad local, en la que vive la persona; y el estado, al que pertenece la persona.

Ahora bien, entre el ciudadano y la sociedad se diferencian cuatro dimensiones que conciernen con los cuatro subsistemas que uno puede reconocer en una sociedad, y que son indispensables para su existencia: la dimensión política/jurídica, la dimensión social, la dimensión cultural y la dimensión económica.

De lo anterior, quiero referirme específicamente al contexto político, ya que el desarrollo de ésta dimensión viene a través del conocimiento de su sistema y de la participación en ella. Cuando somos parte de una comunidad y hacemos uso del ejercicio de la ciudadanía podemos no solo predominar, sino también participar en su desarrollo y contribuir a su bienestar. Por lo tanto, los ciudadanos deben comprender que la política no es más que el desempeño de un papel activo en nuestra sociedad.

La verdadera naturaleza de la política implica trabajar hacia el desarrollo de la comunidad a través de la participación para mejorar la calidad de vida de todos. Teniendo en cuenta que, el ejercicio de ésta, debe poseer como premisa la integración de personas con conocida trayectoria de muy buenos principios y valores que permita a su vez generar la confianza, para guiar a los individuos a obrar correctamente.

Dicho esto, si hacemos un contraste y comparamos lo que ha sido el ejercicio político en Venezuela, pudiera decirse que la “anti-política” es una clara ilustración de lo que debemos erradicar, dicho ejercicio se ha sustentado en políticas vacías de contenido, el populismo ha estado al orden del día, ansias del poder solo para el disfrute propio, sujetos que han fungido como operadores políticos que posan como analistas con agenda, que disfrazan sus opiniones solo para manipular. Muchos de ellos con vicios, sin ideas y peor aún, sin resultados. Lo que no se puede esperarse un cambio cuando quienes lo integran, son los mismos actores responsables. La consecuente manifestación de esos antivalores en el ejercicio de la política venezolana, conllevó a que gran parte de la sociedad validara lo incorrecto, normalizara lo indebido e incluso, de atribuirle dicha práctica al verdadero ejercicio de la política.

Se hace necesario retomar el ejercicio de nuestra ciudadanía mediante la política sostenida en los valores, resulta difícil pero no imposible de acceder, esto por la nula confianza de los ciudadanos en el contexto político, pero allí radica la creatividad de quienes hemos asumido el reto de revertir esa errada practica y de recobrar de nuevo la confianza en el país. Debemos insistir que es a través de la participación que construiremos una sociedad verdaderamente libre, que permita influir en la toma de decisiones para lograr un verdadero cambio, y finalmente ser el sujeto y no el objeto de nuestras propias vidas.

 

Rafael Ángel Villafañe Díaz

Abogado

Coordinador de Organización de Vente en el municipio Barinas

@Abg_RafaelV