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Quienes apostaron por la ilegitimidad del parlamento en las postrimerías del siglo pasado, poco o nada dicen, incluso, sobre el parlamentarismo del presente. A la desespecialización creciente de las fuentes periodísticas, sumamos la subestimación del propio medio político, acentuando la importancia del interinato, una extraña configuración institucional que no ha sido atendida debidamente por la academia, en un caso; o sabiéndola una oficina subalterna, hay desprecio y resignación, en el otro.

En su más exacta dimensión, puede decirse que no ha habido parlamento en el siglo XXI venezolano, una hipótesis de trabajo que necesita de un mayor sosiego para desarrollarla, aunque personalmente hemos hecho un modesto esfuerzo. Sólo ráfagas en los últimos tiempos, malgastada una oportunidad irrepetible, precisamente, por los ocupantes de sendas curules que no reivindicamos plenamente desde 2016, a favor del predominio y capricho de los partidos que lo monopolizaron.

Ahora, nos encontramos a las  puertas del receso parlamentario, o, acaso, diríamos mejor, de los recesos parlamentarios teniendo en cuenta a la Asamblea Nacional resultante del fraude electoral de 2020. El parlamento de la continuidad constitucional, presidido por Guaidó, continuará con la otra curiosidad que lo ha explicado en el presente año: la Comisión Delegada.

Por una parte, el receso de la continuidad constitucional está asociado fundamentalmente a los intereses de los partidos que la dominan y, por mucho que cuestionemos la representatividad de sus negociadores, a los eventos celebrados en México de los que no conocemos el resto, aunque digan expresar la institucionalidad parlamentaria. Y, por  otra, el receso de la continuidad usurpadora, asoma distintos peligros pues, aprobadas antes de vacacionar, en medio de las vacaciones con unas sesiones extraordinarias, o regresando de ellas, añadida la calculada fecha de promulgación, sendas leyes – evidentemente inconstitucionales – esperan.

Materias ciertamente implementadas antes de su formalización, probable objeto de las negociaciones para darle viabilidad a los comicios tramados para el 21 de noviembre, la usurpación tiene pendiente legislar en torno a las ciudades y el parlamento comunales, zonas económicas especiales y universidades. Tratándose de una programada alineación de los astros, toca ámbitos fundamentales que conciernen a la sociedad civil, añadido el soporte económico. Y es que hay recesos de recesos, en relación al parlamento.