Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official
Como he venido advirtiendo, se va cumpliendo la toma de las universidades venezolanas a manos, siempre inescrupulosas, del régimen criminal. Se perfilaba ese interés hace mucho en diversos instrumentos. Han ido afinando el modo, y ahora lo concretan. El plan de la apropiación de las universidades comenzó sin ninguna duda con la paralización de las elecciones rectorales y de representación. Sabían que de ese modo, por los votos, jamás conquistarían universidad alguna. Su plan, macerado, se cumple.
La última Convención Colectiva en el modo de su discusión excluyente, impositivo, ya perfilaba la intención: convertirlas al socialismo, militarizarlas, orientarlas desde el poder político hacia sus intereses ideológicos y «productivos»; sin prurito alguno se plantean la desvirtuación de los objetivos de toda universidad: producir y difundir conocimientos, generar profesionales de alta calidad.
La toma de la Universidad Simón Bolívar, avanzada hace cuatro años, cuando introdujeron un agente externo a ella como vicerector académico, se ha concretado con la designación de tres autoridades afectas al régimen de un solo plumazo. Al menos en tres de los cuatro cargos de la dirección, la USB ha sido tomada. Desde luego, solo a regañadientes, cuando se les obliga a balbicir siquiera sobre el tema, los recién designados hablan de elecciones. La Gaceta que los nombra, expresa, de soslayo, que estarán allí hasta que se produzcan comicios, dejando de lado la fecha que establece la ley, ubicada a los 180 días de su nombramiento.
Pero la guinda de toda esta torta es la Universidad Central de Venezuela. Allí han venido concurriendo, con simulación reparadora, las máquinas que impone el régimen criminal. La simulación terminó por convertirse en violencia y allanamiento ya descarado, cuando esta semana se presentó quien ocupa el cargo de vicepresidenta del país, designada como coordinadora de una comisión que debería encargarse de las reparaciones y el mantenimiento de la planta física de la UCV, de noche, a troche y moche, a violentar puertas porque quería ingresar nada menos que al Aula Magna. El agravio es desmesurado a la universidad allanada, violentada por el poder. La rectora reclama junto a otros tibios voceros y la respuesta desde el poder es sin igual: nada ni nadie va a impedir que entremos a hacer lo que queramos. Como salió diciendo la nada flamante vice en un video. No hay dudas: la UCV está tomada por el régimen con el disimulo de atender la planta física del patrimonio de la humanidad.
La universidad no es un espacio físico. No es sólo un espacio físico. La universidad son sus profesores y alumnos, respaldados por egresados, trabajadores y obreros. El plan de destrucción se ha cumplido en todas. Al negarles continuamente por más de diez años el presupuesto para la atención de todo, pero también de las plantas físicas, se fue erosionando la edificación. Atacan electoral y físicamente. Espiritualmente les ha sido y les será imposible, porque el pensamiento es inasible hasta por las máquinas. Debemos seguir en defensa de la universidad, contra el poder que la atropella hasta procurar definitivamente matarla. Universidad y país son lo mismo. La situación no es otra. Terminar de perder a una, cosa imposible, es terminar de perder a Venezuela. No lo lograrán. Porque el pensamiento y la acción siguen contra los desmanes del régimen destructor y terrorista.
@WilliamAnseumeB