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 La política no siempre es predecible en cuanto a sus resultados, pero sí lo es en lo concerniente a las estrategias y a las tácticas utilizadas por algunos para mantenerse, (eso creen), en ella.

El caso venezolano no es distinto por lo que siempre se puede saber de antemano como actuaran algunos personajes según sus objetivos, y dado su estilo y sus intereses también se podrá determinar la manera como moverán sus piezas.

Así pues, los judas siempre traicionarán, negociarán y lo harán por plata, no podía ser distinto. Los pilatos por su parte se harán los pendejos y participarán en nombre de «la tolerancia, la diplomacia y la reconciliación» en cualquier llamado o tinglado que le hagan los representantes del sistema, a ellos solo les importa «estar en la jugada», se lavaran las manos y hasta la cara si las cosas no les resultan bien.

Otros actores por el contrario fieles a sus objetivos y a sus principios irán siempre en contra del sistema, buscando socavarlo, ellos reivindicarán la política como un medio para el desarrollo y la resurrección de las naciones, y posiblemente por ello, en las primeras de cambio, sean amenazados, ninguneados y/o moralmente crucificados.

Nada de esto es nuevo, hace un tiempo ya, bajo un  título similar sin el agregado de la resurrección advertíamos sobre estas acciones de los Judas y los Pilatos de la política Venezolana,  a propósito de ello decíamos que quienes ocupaban cargos de dirección estratégica en el régimen, junto a quienes hacían lo propio en las cúpulas de la auto nombrada representación opositora  venezolana habrían resuelto  tener su  propio sanedrín con la intención explícita de secuestrar para sus intereses la política venezolana y decidir de esta manera el destino de todos los venezolanos,  hoy lo advertimos nuevamente; esa vieja estrategia es también la nueva estrategia de ahora.

Pero esta vez la estrategia les resulta muy difícil de empaquetar porque ya el juego está develado, no obstante, insistimos en que no será la última vez que lo intenten, pues de traiciones y de cegueras a conveniencia está llena la política de los últimos tiempos en Venezuela.

La cohabitación con el régimen ha sido la verdadera estrategia de la cúpula de la auto designada oposición, y la dialogadera inútil y la intromisión por petición o por imposición de los órganos del sistema en lo que deberían ser procesos internos de quienes le adversan con el fin de consolidarlo, ha sido sin lugar a dudas las tácticas empleadas.

Al finalizar estos días santos creo oportuno recordar al más famoso traidor de la historia, a saber, Judas Iscariote, porque con el podemos recordar también a muchos políticos venezolanos que prefirieron la cohabitación con el sistema antes que la libertad de Venezuela, ellos aún andan por allí engañando y debemos advertirlo.

En sintonía con lo anterior debemos recordar también a Pilatos, ese que representa a tantos otros personajes que participan con sesudos análisis en la política venezolana y que aun teniendo el deber de advertir el abandono de la ruta lo justifican, y prefieren pasar a la historia como los sostenedores de un sistema criminal por intereses pragmáticos. De esos también quedan.

Pero en medio del viacrucis de la libertad en Venezuela se levanta una fuerza ciudadana que con coraje y gallardía defiende sus convicciones democráticas sin entregar sus banderas y sin arrodillarse ante el régimen, anteponiendo siempre su libertad antes que la sumisión.

Por ello a pesar de los Judas y los Pilatos de siempre, los venezolanos asistimos hoy al renacer de la esperanza en nuestra libertad y esa esperanza va de la mano de una mujer cuya lucha tiene la fuerza y el coraje que solo puede dar la confianza conferida por un pueblo bravío que camina junto a ella decidido a conquistarla.

Hoy sin temor a equivocarme puedo afirmar que María Corina Machado es fiel representante de estos ciudadanos comprometidos con la noble causa de la libertad.

“¡María Corina es la mujer!”, es lo que se escucha dentro y fuera de Venezuela y quienes respaldamos su lucha lo afirmamos, porque caminamos junto a ella y lo hacemos porque entendemos que su lucha es también la nuestra: es la lucha por la libertad.

Los nuevos tiempos demandan políticos serios, formados, valientes, comprometidos y honestos y esta mujer reúne estás condiciones. Con María Corina está llegando también la verdadera resurrección de la política, esa que se pone al servicio de la humanidad y al desarrollo de las naciones.

Afortunadamente ya no tenemos que escoger entre los Judas y los Pilatos; porque vamos con María.